Muchos, a través del tiempo,
en el mundo y en la historia,
con fama o ninguna gloria,
perseguidos o ignorados,
de igual manera buscaron,
queriendo la explicación
a la vida que tenemos,
y los afanes del hombre,
para que cosa es que son.
Algunos crearon mitos,
otros: dioses de cartón,
otros, negándolo todo,
hablaron de evolución;
dijeron que Dios ha muerto
y le dieron su “Extremaunción”.
A casi todos, de niños,
nos han hablado de Dios,
pero nos gusta hacer cosas
que sabemos que a Él no...
y negando su existencia
hallamos la solución
para hacer eso que hacemos,
que ahoga la conciencia
y rompe la comunión.
Y vamos hacia adelante...
(todos creen eso, ¿no?)
y los caminos marchamos
y combatimos, peleamos,
a veces nos detenemos
y volvemos a marchar,
procurando amar un poco...
pero poco lo hacemos.
Y va pasando la vida,
algunos piensan también
o leen filosofía,
algunos escriben libros,
otros los compran... y tiran;
y las caricias no se hacen
y hay muchas manos vacías
y en las esquinas, mendigos
y en las cárceles, repletas,
desnuda, la hipocresía,
queda, ¡de nuestra avaricia!
El egoísmo es el rey
de todos los sentimientos
y el dinero es el dios
superior del mundo entero
y se obedece hasta el más cruel
de todos sus mandamientos:
-“Sólo a mí debes amarme,
matarás y robarás,
a tu prójimo odiarás
y pretenderás sus cosas,
serás infiel a tu esposa,
no amarás a tus hijos
y a tus padres, cuando viejos,
¡de ellos te olvidarás!
Me edificarás altares,
para mí, en todas partes
y, en ellos, por millares
servirán, serán esclavos,
¡sus vidas me rendirán!
Cajas de Créditos, Bancos,
Ministerios y Prendarias,
Agencias Inmobiliarias
y negocios por doquier,
en derredor del mundo,
las ciudades quiero ver
con mis templos repletas
y a la gente, corriendo,
ocupadas en mis cultos”.
De a ratos nos revolcamos
en los vicios y placeres,
mientras desnuda paseamos
entristecida el alma,
encanecemos, nos arrugamos
día a día, poco a poco;
y cuando esto notamos,
empezamos a sentir,
que a pesar de haber corrido
¡y muchas cosas comprado!,
hemos vivido en vano...
o peor... ¡no hemos vivido!
Y creyendo que no es tarde,
buscamos desesperados,
queriendo deshacer todo,
queriendo dar marcha atrás,
levantando la cabeza
y mirando para el cielo,
pero vemos sólo estrellas,
el sol, la luna, planetas,
alguna nube que pasa...
mas, Dios: ¿Dónde estará?
Y empezamos preguntando
a los que dicen saber,
y ellos alegres nos dicen
que la verdad, ¡ellos son!
y nos enseñan rituales,
teología y hasta logran
que anotemos nuestros nombres
en ésa: ¡Su religión!
Y allí comienza otra senda
de búsqueda (interior),
antes lo hacíamos en el mundo,
ahora dentro del yo...
pero seguimos buscando,
¿será el lugar acertado?...
¿Será que adentro mío,
allí es dónde vive Dios?
Ahora discutimos cosas
de alta filosofía,
somos doctos, eruditos
y tenemos la creencia
que con astucia y con ciencia
conseguiremos la paz...
y repetimos el verso,
tanto, que lo creemos:
que todo eso que hacemos,
justamente es la verdad.
La anciana se muere sola...
el padre abandona al hijo,
el hambre es como un cinto
que rodea las ciudades,
en hospicios y hospitales
reina con saña el dolor...
y meneando la cabeza,
preferimos la cerveza
¡en vez de dar nuestro amor!
Tal vez alguno que otro
de verdad sea iluminado
y en sus últimos momentos,
cuando ya está que se muere,
entienda a Dios y hasta llegue
a comprenderlo en su amor
(de como Dios amó al mundo)...
pero saberlo: ¿Qué hace?,
eso no cambia nada,
¿o acaso alguien quiere
el amor de un moribundo?
Bueno, por hoy me parece
que voy a dejar de pensar,
debo ir a trabajar
y se me está haciendo tarde,
tengo que ganar mi pan
en esta tierra maldita;
voy a buscar, como todos,
tratando que alguien me halle;
tal vez hoy lo consiga...
o tal vez, al cruzar la calle,
¡un carro me acerque a Dios!