El sonido de un kultrun timidamente comienza a sonar en el aire.
Invade lentamente la noche de la gran ciudad.
Penetra en el concreto del que llaman Buenos Aires.
Golpea con fuerza contra muros, paredes, vehiculos, antenas, carteles.
Es un retumbar hipnotizador, te atrapa, te envuelve en su velo protector.
Ya no se escuchan los estruendos anormales de la ciudad.
Bocinas, frenadas, motores en sus ultimas revoluciones.
Son silenciados por ese agradable sonido, calido sonido que trae armonia al caos.
Imposible para los urbanizados ignorar su presencia.
Rostros sorprendidos buscan lentamente, timidamente el origen de ese sonido atrevido, que todo lo invade.
Su sonido es un pulmotor que trae aires frescos de valles, praderas, montañas lagos, ríos, estepas.
Un ñorkyn suma su melodia y la anarquia sonora, insolente es total.
El que llaman buenos aires. derrotado no puede mas que observar.
Por largos minutos ya no es la ciudad fria, ni indiferente.
Ojos brillosos y muescas que pretenden ser una sonrisa, aceptan alegres su derrota.
Buenos Aires la llaman y por momentos asi lo parece.
Por ese pequeño minusculo instante.
que para nosostros parece eterno bello, magnifico.
Brilla la ciudad y no es por segadoras luces.
Brilla por una luz externa lejana.
Esa luz la porta una komunidad, que desde la estepa la trae en su corazón.
No es una luz solo para algunos, es para todos.
para todo aquel que quiera ver, escuchar, compartir.
esa esencia fresca y milenaria.
El sonido de un kultrun invade la gran ciudad, un ñorkyn es su aliado.
Buenos Arires derrotado cae.
Rubén Curricoy.