Pasó en Vellica en el monte Vindio
en Aracillo en un monte del Edulio,
se enfrentan la astucia y su fuerza
sin cuartel, sin piedad, con sangre,
su mágica verdura cambió su color
enrojecía esta tierra con la muerte,
ya no crecen flores en este campo
triste esa vida negra su esperanza,
mientras en campamento del César
la loba de Roma cuida sus legiones.
En Sagisama la ciudad amurallada
base de centuria de poder romano,
allí esclavizan a mujeres cántabras
Casilda sirve en Legiones de Roma,
ofrecerá un agridulce vino de miel
sin ventajas recibiendo sexualidad,
mujeres sometidas con brutalidad
ese enjambre de inhumana bestia,
una caterva de obscenos romanos
con sus anchos petos y espaldares.
Son esclavas del bestial Aquitinio
centurión muy cruel y despiadado,
no tiene corazón ni conoce piedad
un viejo autócrata y peor fanático,
mientras Roma dormita sus orgías
un hombre en Cantabria despierta,
disponiéndose para la gran guerra
aprendiendo de su guerra romana,
en los calveros de su verde bosque
Lupo entrena a todos sus hombres.
En un claro de su arcana montaña
los preparan para matar romanos,
a base de trampas en emboscadas
con su corta lanza y temible maza,
con la pócima de muchos venenos
el napelo, el tejo con el matalobos,
en verano plácido al sereno viento
mal época al morir por brotar vida,
cuando una potra olfateaba el aire
en su robledal con relincho graves.
--- Fin de la 3ª parte ---
Autor:
Críspulo Cortés Cortés
El Hombre de la Rosa
21 de noviembre 2013