Hablando en sueños con mi amor
Tú deja que los perros ladren, deja
que se coman la luna y tu zapato,
que vendan las cebollas y el nitrato
que voten sin pudor por otra reja.
Jamás dominarán a tanta abeja
que zumba y que fecunda en nuestro trato,
que busca porvenir sin más contrato
que su miel dar a quien más la corteja.
No hay nada que entregar, la vida es vieja
para pedir favores por su rato
de risas y desdichas en tu oreja.
Mejor vamos a amar sin más boato
que un beso en plena luz, mientras se aleja
tras la luna ese perro y su alegato.
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21 11 13