Cuando los intrépidos logren alcanzarte,
tal vez ya tarde yo bastante en regresar;
sabrás entonces qué perdiste, comparando
el magro arroyo con la inmensidad del mar.
Desde las Pléyades, tal vez me sea imposible
ni aún en sueños, tus ensueños provocar,
y entonces debas, como tantas, conformarte
con las migajas que en las calles dan.
En tus recuerdos excitantes en el baño,
que por las noches acostumbras realizar,
tal vez el pan de jabón sea mi mano,
que (por tu mano) te quiera penetrar.
Caerán las luces, y las sombras, y el olvido,
en el vacío, para nunca regresar...
y en la vorágine que tiene tu suspiro
se oirá mi nombre... una vez más.
Yo te amaré desde la nada en la macabra
desolación... que está en el Más Allá.