¡A ese hombre, cuánto he amado!
Sólo Dios sabe, a ese hombre cuánto yo amaré,
aunque unas veces fuese ángel y otras lucifer.
Lo amo, porque en invierno, la lluvia apaciguó,
la lluvia que a torrentes bañó mi corazón ,
lluvia ácida, que mi alma emparamó.
Lo amo por tantas cosas
que sembró dentro de mí.
Por él y sólo por él,
en el amor volví a creer.
Sus ojos fueron luceros
que en mi vida refulgieron,
mi sed la calmó la fuente,
la fuente de sus deseos.
Sus besos fueron fuego
que mis labios calcinaron,
fueron sus caricias
tan candentes que quemaron,
llevándome al averno,
juntando la tierra y el cielo.
Por eso yo les digo…
¡Qué a ese hombre cuánto he amado!
aunque unas veces fuere ángel,
otras veces ,demonio encantado.
Felina