Ella me besaba con locura,
y sus tiernos besos discurrían
por mis labios
anidándose en el alma.
Ella era fuego,
pasión desmedida
de una llamarada espléndida,
encendida hasta el piélago
de un mar de amor.
Ella era harta erupción
desbordada
en las arterias de mi boca,
con sus besos llameantes
filtraba el amor ausente
a mi corazón.
Julio Medina
12 de septiembre del 2013