Alejandrina

Isla de sal

Cada día, más desdibujado

este canto mío y lejano,

sin rumbo van, ya errantes ya mojadas

las cuerdas de mi guitarra, como pájaros que huyen

de la torrencial cascada de los párpados.

De tu mano ha llegado el sonido de la trilla

con sus dientes acerados recogiendo la mies,

¡Arrasada estoy¡

que falso pabellón ha sido tu palabra,

yo que en tus ojos buscaba el cielo…

¿por qué amor... por qué…

ya no bajan desde el sol pequeños ángeles?

 

Cuando observes como muere un gorrión

también veras morir mi fe,

como una isla de sal se desvanece...

se aleja de prisa, apagándose

como los faros que me iluminaban.

¿Porqué no te encontré amor … amor de mi alma

aquí a mi lado?

cuando arribó la gran noche sobre mis mañanas.

Tú, como un niño que tiene celos

no has querido entender

el color sincero de mis flores, 

¡las translúcidas fuentes

nunca cambiaron la voz , como tu voz¡

 

Pero que importa yá, si siempre fue igual,

¡Ah!, tal vez  algo de ti me he guardado!

tu sonrisa dibujada con mi boca, 

cuando al desnudar tus ganas preñé

las horas con mi canto exacto,

con un lenguaje húmedo sobre el verbo de la piel

una lluvia de frutas y colmenas,

un trepidar de nácar y de sal.

Ahora brilla un rio nacido en mis heridas,

seguiré el sonido de sus aguas,

afuera …

Una vieja bestia ya me aguarda.


 Alejandrina