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SOY PEDRO, BUZÓN DE SUGERENCIAS URBANO (RELATO)

Me despierto son las 4am, enciendo el televisor mientras me dirijo al baño a buscar el cepillo de dicientes, todas las mañanas es la misma historia, cada día se repite la misma tragedia “joven muere asesinado por ajustes de cuentas” –reza la bocina del aparato-, me pregunto ¿A dónde hemos llegado? Sin poder llegar a una respuesta sensata que satisfaga mi quejumbrosa conciencia. Me dirijo a la cocina, enciendo la hornilla, tomo el recipiente del café, lo destapo, acerco mi nariz a él y me dejo embelesar por ese cálido aroma de café molido; salgo del ensueño cuando el sonido el agua hirviendo comienza a trinar, busco un pañito para poder agarrar el recipiente que tiene el agua caliente –cojo fuertemente aquello- y mientras comienzo con mi mantra “Venezuela no era así”, “La falta de valores nos está asesinando”, “La educación se fue al desagüe” –hasta terminar con el ritual que culmina con llenar mi termo con este sagrado liquido-.

 

Mi nombre es Pedro Jaimes, soy el buzón de sugerencias de la ciudad, mi profesión es ser taxista, lo digo con orgullo. Aunque soy taxista porque en mis tiempos la educación era de más difícil acceso, mi sueño era estudiar construcción civil en la Universidad Central de Venezuela pero debido a mi humilde procedencia –hijo de campesinos- me toco que comenzar a trabajar desde muy joven para ayudar en mi hogar. Volviendo al tema, ¡sí! Soy el buzón de sugerencias de la ciudad, mi taxi se montan infinidad de personas diariamente, algunos muy tristes otros alegre, el joven, el viejo, la pareja de noviecitos, la maestra, el político, el vagabundo o visitante.

 

A mis ya recorridos oídos han llegado cientos de historias, perdón miles de historias, que digo miles ¡UN MILLON! de historias, quien lo diría. “En mi casa se va la luz todos los días”, “Señor, no consigo alimentos para mis hijos”, “La vida está muy cara”, “Esta mañana robaron a mi vecina”, “Mi esposa se fue con otra”, “Compadre lléveme a donde mi segunda novia MARIA”, “Las calles están en mal estado”, “La delincuencia está desbordada”, “Los motorizados no respetan a los transeúntes”, “Mañana es el festival cultural en la plaza”, “Que bonita quedo la biblioteca”, “La plaza Bolívar la tienen descuidada”, “Los profesores son unos exagerados con la lista de útiles”, “La policía no quiere servir para nada solo para martillar (pedir dinero, soborno)” he escuchado tantas plegarias, quejas, sugerencias que comienzo a pensar que mi taxi es un confesionario y las personas se montan en él para drenar aquello que les inquieta, pero que no pueden decirle a cualquier persona por miedo o tabú. ¿No entiendo por qué no decirle las cosas en la cara al médico, maestro, a la madre, al político? Seguro muchos de nuestros problemas estuviesen resuelto, digo, porque muchas veces los políticos viven tan desconectados de la realidad, están en esa esfera invisible de partidarios y aduladores que los hacen impermeables a la constante lluvia de cosas que pasan mal y que navegan por esos charcos fétidos debajo de sus pies.

 

Recorreré la ciudad con una propuesta algo descabellada pero con mucho sentido, crear una ordenanza municipal donde permita que los taxistas seamos voz del pueblo ante el concejo municipal y no esa manada de idiotas aduladores que el lugar de buscar el bienestar para sus comunidades, solo buscan ascender en la política.

 

Feliz día mi estimado pasajero, soy Pedro Jaimes, el buzón de sugerencias urbano.