Armo un bosquejo de mi marcha,
como si arara algún camino
y llovieran todas mis ganas,
me detengo en su posibilidad,
para dejar que algún retoño
se apropie de mis terruños,
y así se deshace el miedo,
el milagro del nacimiento
me deja en el alma un toque
de magia o un minuto de piedad.