Hoy hablaré de ti…
de lo que fuiste,
de lo que a mi vida diste,
y lo que sentí cuanto partiste.
Hoy me acordaré de ti…
de tus palabras,
de tus gestos y caricias,
de tus dolores y agonías.
Hoy lloraré por ti…
por tu sufrimiento,
por tu ausencia,
por tus ofensas.
Hoy me enfrentaré a ti:
a tu fantasma,
a tus reproches,
a tu esperanzas de mí.
Hoy te hablaré
como la mujer que soy,
no como la niña que dejaste
a la que su infancia cortaste,
sin decirle: ¡Ya me voy!
Hoy haré las paces contigo,
con la verdad de frente,
sin miedos, sin veneración a la muerte
como si estuvieras aún conmigo.
Hoy, es para ti…
porque mi corazón dice:
¡Te quiero!
¡Te extraño!
Te perdono.
¡Te amo… Papá!