De tiempo acá el mundo me hiere,
Recientemente,
Como un grillete,
Un dolor colérico, y que ennoblece,
Débil sonriente,
Amarga vertiente;
Tormento de lacré, tejido de estambre.
Un trago de vino amargo,
Fiel amigo solitario;
Un cigarro lascivo,
Inunda el poemario.
Te cito y me embriago,
En el sueño cautivo,
Aquel triste itinerario.
Rutina de furia, llanto
Y mustio tango.
De tiempo acá me duele la piel,
Justo al borde del bolígrafo,
Donde corría tu índice,
En aquel beso perfumado.
Cicatriz que palidece,
Roja de ausencia, cubierta de hiel.
Amoratada y temblando,
Sensible, rompiéndose.
Como cuero curtido por vieja miel.
De tiempo acá,
Labra el verso,
Abriendo las yagas,
Sembrando melancolías,
Y algunos cerezos;
Y entre la alpaca,
El buey siniestro,
Se devora las colillas,
Y pierde los miembros;
Pero no se cansa,
Sigue su rastro,
Creando hectáreas,
De recuerdos,
De pasiones olvidadas.
El presente se dilata,
Me hayo en cama,
Con el humo en la cara,
Sosteniendo una braga,
Mirándola con calma,
Ella duerme, incauta;
Pero se seca la tierra,
Y cosecho la siembra;
¿Qué quieres que haga?
Hambre tiene mi alma,
Me como tu carta,
Letra por letra,
Me colma y me mata.
De tiempo acá me duele la nada,
Eso a lo que amor llamas,
Aquel lamer las pieles saladas,
Donde no me extrañas,
Donde soy un campo sin plantas,
Y tú eres el llano entre las montañas,
Mientras yo giro de espaldas,
Y ya no te quiero como esperaba,
Aunque me duelan las distancias,
Pese a que te amo, y vuelco la mirada.
Pues de un tiempo acá
No tengo alegría,
El mundo en silencio ataca,
Tú yaces en la lejanía.
Donde mi tierra no llega,
Donde muere mi plegaria.