César a caballo observa su batalla
contra ese pueblo soberbio y rudo,
que defiende su tierra, sus aldeas
con espíritu ansioso de la libertad,
en Vellica murió Estardo el grande
padre que dio su vida al hijo Lupo,
sometedor de Vaceos y Astrigones
encomendado al más bello caballo,
arde en la pira llameando la noche
quemado lo orgánico de su estirpe.
Envía el alma fundida con la piedra
rojos van los ríos en las torrentera,
sangra entre manantiales el pueblo
en Vellica, en Vindio y contra Cesar,
cuando el sol esconde el horizonte
Herdo no plañia sus austeros ojos,
Cantabria jamás vierte una lágrima
son gente duras como su montaña,
Almenido mago en su gruta oculta
su acerada alma no suspira nunca.
Dispone de sus mixturas sagradas
entre señales de una pérfida tarde,
cuando su pueblo sangra con pena
clama piedad al espíritu del verdor,
al Dios de esos bosques frondosos
como el eco que reaviva sus vidas,
la violenta y perversa loba romana
no reposa de batallar con muertos,
sin algunas treguas de humanidad
esta guerra pesada como el plomo.
Petrilio y Afriano agentes de gleba
centuriones con dolor de esclavos,
verdugos horribles de ese Imperio
gente del Cesar que sirven muerte,
en el Capitolio hablan de Cantabria
Hauberto y Julio Floro lo contaban,
en la gran Urbe de su loba Romana
relatan todas las batallas del César,
comentan esta fiereza del Cantabro
gente soberbia, duras y obstinadas.
--- Fin de la 5ª parte ---
Autor:
Críspulo Cortés Cortés
El Hombre de la Rosa
23 de noviembre 2013