Silencio, ronca la piedra
encajonada del Maipo,
solitario, pies al río.
Canta el viento
para si las hojas
que traen partituras
de ángeles dormidos
Se deleitan las nubes
al renacer de los castaños.
Se alegra el sol
al enamorarse de sus ojos.
Duerme, principe duerme,
mientras todo sigue marchando,
menos tus palabras
que guardo y guardo.
Sube el río
como suben las manzanas hacia el árbol,
todo tan natural
como la tristeza del payaso.
Silencio,
ronca la piedra
encajonada del Maipo,
solitario, pies al río.