juanjose gil

despedido

DESPEDIDO

Cuanto frío siento, al ver la puerta abierta, y al indice que la señala, marcando así un futuro incierto.
Sus palabras afiladas, aunque lineales y llanas, cortan los hilos que me devuelven al suelo, una y otra vez.
Para mi son filos de muerte al oído, losas de piedra en el alma, y una película de aciertos y fallos, que solo me hacen divagar.
Mis orejas reciben a las palabras, como si fueran entes invisibles, descuidada guía para resolver la fatiga tristemente adoptada.
Busco la luz en una habitación oscura, abro los ojos, y solo puedo distinguir el carbónico negror de la luz apagada.
Se que por encima delas nubes de tormenta, el sol brilla con un resplandor inusitado.
Que fantástica utopía de libertad me proyecta esa luz.
Se que cuando baje la cabeza, los demonios caerán encima de mi, como si fueran frutos de plomo en un árbol seco y podrido.
No dejare de pensar en mis hijos, en mi esposa, en mi familia al completo, al patear cada calle en busca de una nueva puerta donde crear con tesón los deberes que me manden.
No soy un niño, tengo obligaciones y deberes que cumplir, no puedo dejar de luchar por todo lo que de mi depende.
Por eso, no dejare que los demonios de plomo se posen en mis hombros , y si se posan, los llevare acuestas con la fuerza y apoyo, que me dan todos los tesoros que tengo y a los que llamo amigos y familia.