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Hola, sé que existes, mas no sé cómo te llamas,
tampoco me conoces, ni me interesa conocerte;
ni siquiera te he visto ni andaré por las ramas,
sólo me permitiré hablarte, pero debes ser fuerte.
Ese hombre que vive contigo, también es mío,
vive en sueños conmigo, él y yo ahí nos consentimos…
nos amamos ciegamente, siempre me dice “amor mío”
desde aquel día… en un beso osado él y yo nos perdimos.
Como ves, aunque él duerma a tu lado
y puntualmente cumpla con sus compromisos,
su almohada guarda un secreto atado
y al dormirse él, despiertan sus sueños sumisos.
Sueños… que alzan vuelo y se conjugan conmigo,
anhelos seducidos…por lunas despeinadas,
así como antes, él, quizá soñó estar contigo,
ahora, conmigo nacen nuevas sus madrugadas.
Quizá, nuestras pieles nunca han de tocarse
y nuestros labios sedientos tampoco se sacien,
pero nuestras almas habrán sabido amarse,
aunque nuestros vientres nunca se alcancen.
Y pasarán inviernos, veranos y primaveras…
transitarán muchos otoños, tras brotar cada flor,
cantarán afanosos los ríos y reverdecerán sus riberas,
pero siempre, existirá este amor en nuestro corazón.
Tal vez, algún día sabrás que he escrito para ti,
probablemente, descifrarás estos inmortales versos,
sabrás que hubo un segundo en que él supo llegar a mí
y, que inolvidable para él han sido mis caricias… y mis besos.
Hija del Sol
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