Vi a la tarde parpadear serena
esperando a la noche, ya cansada,
juntas se fueron por caminos de piedras
como dos amigas, abrazadas.
La tarde hablaba de tristezas
y la noche solo la escuchaba,
asintiendo movía la cabeza
al ver que la tarde, lloraba.
La tarde al expresar sus quejas
con la noche se desahogaba,
el dolor la tenía casi ciega
y por eso ante ella se quejaba.
El cielo plomizo las vio partir
hacia un horizonte desconocido
y yo de testigo quise escribir
para dejar constancia de lo ocurrido.
Autor: Alejandro J. Díaz Valero
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Maracaibo - Venezuela