Pensando en lo afímero de las cosas,
los ojos en blanco y el alma adormecida,
miré por un instante el cuerpo de mi amiga,
tan lozana hoy - ¡ay, carne corrompida! -;
mañana será pura carroña.
Este sexo de ansias humedecidas,
suave al tacto de mi mano, piel libidinosa,
para el plan preconcebido uncida,
como tela de araña - trampa natural -
tan esponjosa, que se me enciende el deseo en la mirada,
sediento ya, otra vez, apenas la sed calmada.