En la cúspide del conocimiento se encuentra el dolor,
un sed inimaginable que embriaga la pasión,
derrotado desde los confines del silencio,
guiándome un duro y puro anhelo,
anhelo de paz y amor,
en tus brazos y tu corazón,
envueltos en lo que hoy llamo mi dios,
tu la de dulce sonrisa que desplaza el dolor,
que encuentro en tu ojos un gran resplandor,
una huida a la tierra de la fantasía,
increíble tu belleza que se apega en mi alma,
para convertirse de nuevo, mi única esperanza...