Edmundo Rodriguez

SOY MENSAJERO

Las ramas de los árboles dormían

bajo un manto blanco que

las cubrían con ternura ,

otorgándoles la humedad

que necesitarían para cuando

estos gallardos árboles

despertaran en la siguiente

estación y el verdor volviera

a reinar aquí en el bosque y

allá en el valle dando paso

al agua que se deslizaría

nuevamente alimentando

la tierra , dejando a esta

con los ojos bien abiertos

para acariciar con su arrullar

a todas las criaturas

que volverían a retozar

con sus crías en todos los

rincones y el canto del palpitar

de la vida corriera con alegría

en todas direcciones ,

observando todo esto

y lo que dejo de narrar

se abrió un cielo

inifinitamente limpio ,

acariciando con la luz

cálida del padre

astro que sonreía

con mi presencia

que daba gracias

por ser mensajero

de esta grandeza .