soneto dodecaílabo
Trovador en este siglo veinte, ¡escucha!
como te ofrezco, lo que cumplir no puedo,
Podría ser, lo desconocido, miedo,
o quizás sería que la ira serrucha...
mi dormitar, que olvidado se fue quedo
por aceptación a mi pena –sin lucha-
dejando al cuerpo, en la llanura, feúcha
lo cierto que el amor es como un viñedo
Trovador que lastimas con leve acento
a las ingratitudes del mundo hoy día,
llévame a la gleba en donde lo portento
se ofrece, tempestuoso, en lugar del día.
y te prometo olvidar mi amargo cuento,
del siglo veinte, en tu amarga melodía.
Rafael Mérida Cruz-Lascano