Vivo en una eterna agonía, convirtiendo mi noche en día,
Mi día volviéndolo noche; y es que en mí hay tanto derroche
Tanta angustia y tanto dolor, tanta necesidad de amor
Que me pierdo en este desierto, en este cementerio yerto
Donde con nadie hallo razón, mi solitario corazón
Se me marchita entre el silencio, donde hoy o mañana, sentencio,
Me hundiré entre mi soledad, en mundo lleno de falsedad
Donde parece vivo yo; espejismo que ya pasó,
Que se me murió en el pasado, y del que ya nada ha quedado
Más que cenizas y lamentos, más que tan profundos tormentos
Que laceran sin compasión; de mi vida, tanta pasión
Con un proceder tan violento que me ha dejado sin aliento,
Sin ninguna fe, sin amor; inmerso en tan hondo dolor
Con el corazón tan herido, casi sin razón, sin sentido,
Tan triste y desilusionado, me siento tan desesperado
Que me quisiera exterminar para ya poder descansar;
¡Qué destino tan desgraciado!, poder ver lo que no han mirado,
Comprender lo no comprendido, sentir que raudo se ha subido
Para que al fin, nada encontrar; tan sólo el poder de mirar
Que la justicia es suprema, que no hay solución al dilema;
Y que yo debo continuar, ¿hasta dónde el mal llegará?
¿Será la muerte mi destino? ¿Será el final de mi camino?
Un camino de soledad, de lenta agonía y ansiedad
De angustia y eterno dolor: solitario y sin un amor…