Ay tristeza,
tú eres la que hace llorar,
empobreces las ideas,
a los corazones inquietas,
y al alma le haces llorar.
Nadie te llama y tú llegas,
deja que el amor no se rompa,
y en los corazones haya libertad para amar.
Que la noche sea testigo,
y la luna la libertad.
Que en el día no haya más lágrimas,
deja que vuelen las mariposas,
y que cante la alondra,
y deja que la noche sea para amar.