No intentes entenderme, amado mío
que agobaría tus ocasos.
No intentes comprenderme, querido mío
que la gloria te ha traicionado
No intentes deducirme, cariño mío
que nublaría tus pasos,
y no convertiría mas que el poseerme
en un mal deseado.
No inquieras mis lágrimas, amado mío
tan solo secalas con tu manta;
no descifres mi silencio, querido mío
tan solo cubrelo con tu almohada;
no revivas mis ojos perdidos,
ni mi voz temblorosa cuando sale el alba
porque en mi se consuman
todos los abismos
en los que yacen las almas.