Me enseñaron
que el placer es malo,
que el dolor purifica,
que en tus labios
está el pecado.
Me educaron para
escribir en prosa,
para hablar de cosas serias,
para no-rodar de feria en feria.
Y un buen día;
conocí la poesía.
Me vestí de rojo-sandía.
Des-anudé los nudos
que me amordazaban.
No tiré la toalla.
Prometí pecar a manos llenas.
Escribí en verso.
Trabajé de noche.
Disfruté del derroche
del aliento de tu boca.
Bendito sea el día
en que conocí la poesía.
MIGUEL