Hay ojos que sonrien,
y ojos que lloran...
Y hay ojos de loco,
y ojos que imploran...
Y hay gente que come,
y otros que guardan.
Hay quienes son libres,
y otros se esclavan.
Como tú puedes más que nadie sobre mí: callas.
Pero no me conoces.
No conoces el reino de mi alma.
Si en mis labios florecieran sonrisas, podrías verlas.
Pero no conoces bien mi reino, aunque seas su Princesa.
Te diría las verdades más profundas que te tendría que decir.
Pero no me garantizas tu credibilidad. Y te reirías de mí.
Por eso estoy silencioso, mi boca calla, mis ojos lloran.
Y en la esclavitud de mi reino, mi alma sola se inmola.
Y tu:
Me dejas a solas en mi noche obscura,
me dejas flotando en las aguas frías,
no miras mi llanto, ni ves la amargura
que hiende mi alma en dura agonía.
Y tu:
Me dejas a solas en mi noche obscura,
borbotando hálitos, derramando vida.
Me entierras, sin rezar, ninguna
plegaria de final despedida.
Y tu:
Me dejas a solas en mi noche obscura,
y me muero queriendo morir.
No lucho, ni opongo, ninguna
razón de esperanza a vivir.
Soy demasiado sensible, casi doliente,
para las personas que me rodean:
¿Es natural que nadie vea
que estoy muriendo lentamente?
Mi obra: Mi sueño de amor.
Mi ansiar: Un poco de vida en tu corriente...
Mi meta: Llegar al Mar...
Unido al final con mi gente.