Madrid, 12 de julio de 2009
¡Agua de beber!, ¡Agua de beber!
Que tengo sed de ingerir, de sentir el elisir;
el cristalino axioma de concebir la existencia
de que todo lo que hacemos no es un absurdo
de porque a postulado la sentencia de lo burdo
¡Agua de beber!, ¡Agua de beber!
Afable sorbo incondicional de la nitidez
hazme sentirme en estado de embriaguez
ofreceme el camino a la transparencia,
de asumir la premisa a la desavenencia.
¡Agua de beber!, ¡Agua de beber!
Que mis labios ya están resecos de mermar
del destierro de los versos con palabras atestas,
llenas de implorar la pasión con esta jerga
que evoca el sentido a la necesidad de la presencia.
¡Agua de beber!, ¡Agua de beber!