ERRANTE PEREGRINA
Ausente estoy porque no tengo alma,
sólo un vacío en mi interior se acuna,
me fui perdiendo entre la espesa bruma,
contando mis pisadas una a una.
Llevé las penas aferradas a mi espalda,
no pude sacudir bien mi nostalgia
y seguí como errante peregrina
buscando tu amor entre las ruinas.
Tanto te busqué, con insistencia...
que mi razón sucumbió ante tu ausencia,
deambulé como errante peregrina,
sola, arrastrando mi dolor sobre las ruinas...
Ruinas que quedaron de un amor inmenso,
tan grande, como el mar profundo,
tan profundo, como el hoyo en que me hundo.
No sé a que horas claudicó ese amor,
es por eso, que hoy lloro mi aflicción...
Entonces comprendí que estar ausente,
es lo mismo que ver llegar la muerte.
Una voz interior grita... ¡detente!
el corazón su palpitar detiene.
Sólo se vislumbra en el ambiente
un aire tenue, con la palidez del que fallece
y cómo árbol seco que el viento no mece,
el alma, en su cansancio yace inerte.
FELINA