De colchón, el pavimento... agotado aliento, como alimento... las fisuras de la piel desvelan la vergüenza de la sociedad entera... el aura anuncia nublado cielo en tormenta de gotas de lluvia que queman la débil inocencia, caritas de cicatrices bermejas... alma en condición gemela, de inimaginable dolor en pena... Pequeño de la calle... quién ha sido el cobarde, inhumano ser que te ha deshechado como hilo de coser... Ahí, tu cuerpecito ni sombra deja en los ríos de tu andar... tu mentecita no conecta nada a tu alrededor, un alma abandonada, ni siquiera una manta desgarrada... con pasos sin huellas, las veredas navegas en ademán difunto, que no hay quien tu cadáver vea... cada amanecer, una porfía en carrera, tu vientre en estruendo, sólo la vianda respira en su meta... cinco primaveras, siete o diez, y no hay quien velitas ponga en el pastel... y en mala mano de pócker, quizás se te acerque un zopilote en disfráz de paloma que tu vida, al precipicio llevará en sangría... pobre pequeño, en las calles sobreviviendo, como un invisible testigo de la humanidad decayendo...
Copyright© 2013 Rocío Vega-Ponce