¿Quién me dice a mí que el amor
no se encuentra en los moteles?
Que el sudor y semén impregnados
en la alcoba treinta y cinco
es más impuro que la hiel amarga
que traga la casada traicionada
o el maquillaje resbaloso
de la secretaria arrepentida
¿Quién carajos dictamina lo bueno o malo
en asuntos del amor?
Sé que es más honesto el orgasmo lucrativo
de la tierna magdalena
que los gemidos quejumbrosos de la señora ausente
que mira al techo contando las esquinas
¿Y que hay de malo en sonreír sin pantalones?
Las carcajadas no las causa un padre
o un papel firmado en un juzgado
el regocijo llega cuando cuerpo y alma
se separan un instante
cuando el aire falta y la visión se nubla
cuando el cuerpo tiemla y el mal se desvanece
No es que yo esté en contra
de la rutina mal gastada de la vida conyugal,
es tan solo que me choca el hipócrita indecente
con la doble moral