Que nos bebamos la luna hasta saciarnos.
Que nos alimentemos de ganas y de sol.
Que no exista estrategia para menguar el alma.
Que la mano del hombre no quiebre la existencia.
Que le sea imposible transformar en miseria los destinos de gozo.
¡Que no toque su mano!, ¡que no medie!
¡Que no cambie la paz por la guerra con tanto desparpajo!.
Que de arriba y abajo se escuchen los himnos a la vida.
Que no muerdan ya más, roedores humanos.
Que subyugue al mal, nuestra vieja utopía.
Que no sea de arpía el runrún que despierta el oído.
Que recojan las pieles diversas, nuestras misericordias.
Que el címbalo de amor resuene en cada alborada.
Que el olimpo ilumine al poeta con su voz más genuina.
Que podamos creernos lo cierto, descartar la mentira.
Que al nacer confabulen los ángeles traernos regocijo.
Que sea una mansa travesía nuestro último viaje.
andrea