Se le algodono la camisa al vagabundo; suave, blanca y enamorada
Con el parpadear trasero de tu mínimo reflectar,
Se le cayeron los hilos, sofocante algodón que transpiraba
infección para la piel cuando de carnes sucias y pobres se trataban.
La vía láctea, tartamudeo el pobre,
Asombrado con tales ojos,
Contó en su mente agitada uno y dos, una vez y otras más
¿Cómo aprendió a guiñar un ojo tras otros?
¿Con el solo efecto de caminar? Pasiva y tranquila
suave y linda, mujer calma dije yo
cuando sin darme cuenta me encontraba hablando de mi.