Dentro el susurro camina
en muros vestidos de blanco,
de ojos perdidos el llanto
en su faces se adivina.
Vagan como el alma en pena
cual fantasmas de otro mundo,
de su semblanza serena
afluye un sueño profundo.
Por ser vidas anodinas
no pasarán a la historia
cada una aquí termina
sin su minuto de gloria.
Cada uno es cada cual
y cada cual está en su esquina,
en el hospital central
no existe una vida igual
y la muerte es asesina.