carminha nieves

DICIEMBRE

 

 

 

Entramos en el último mes del año. Diciembre, lo más ornamentado, con luces de mil colores, música en las calles, jardines con árboles navideñas piscando sus bombillitas, ventanas con adornos navideñas. Los niños escribiendo a los Reyes a pedir un montón de cosas.

De lejos vendrán los emigrantes, con sacrificio por veces, a pasar la Noche Buena junto a sus familiares. Cansados sin dormir, conduciendo horas por carreteras llenas de nieve y  peligrosas.

Aquí, los que están cerca quizá no lo hagan. Es la diferencia entre sentir falta de la Familia y tenerla cuando quieren.

Me gusta Diciembre. Su frío es distinto, nuestros corazones sin saber el por qué  están felices, las personas son más atentas a los demás. Saludan al pasar, sin conocernos. En realidad es una fecha de paz.

Por mucha crisis y falta de dinero que se tenga, una fuerza extraña nos toma la voluntad e cambiamos un poco la tristeza por esperanza, sin explicación.

Andamos agobiados en un ir y venir constante entrando en comercios, comprando lo que podemos para regalar.

Viene la voluntad de visitar o llamar por teléfono a alguien que casi está olvidado.

Queremos regalar un poco de cariño, sin importar si lo merecen. Es Navidad. Nasce Jesús. Tengamos la religión que tengamos, somos cogidos por  el entorno en que se transforma solamente por un mes la humanidad.

Hace bien a nuestra alma esta diferencia, remozamos, paramos sin querer y pensamos en muchas cosas que ni siquiera sabíamos poder sentir en nuestro interior.

Es el único mes en que salgo por la noche llueva o corte el viento frío e pongo una bufanda alrededor de mi pescuezo.

No me acuerdo de coger catarro o  resfriado. En cambio por mucho menos lo tengo en otras épocas.

Cuanto daría por poder tener un almacén lleno de juguetes para regalar a los pequeñitos, un roscón un bolso con comida, un árbol  de Navidad y un Belén.  Calentar humildes casas heladas, ¡cuánto haría si pudiera! Pero no puedo. Eso es la realidad, un poco por algunos distribuiré, al acaso, sin elegir. No me sabría bien  la cena si no lo hiciera.

Verdad que todo el año intento no ser egoísta y repartir un poco lo que por veces me hace falta, me gusta regalar.

Es tiempo de andar por las calles, en medio de la multitud, es tiempo de agradecer lo que tengo, dando algo del mío, a quien necesita.

Las campanas sonarán a la media noche del  veinte e cuatro, llamando para la misa del gallo, aquí en este país es costumbre y me gusta. Después de la misa besaré el Niño Jesús en el Belén. Solo una vez al año lo puedo hacer y si puedo lo haré siempre.

Una tregua tenía que ser hecha para que por lo menos nadie sufriera con atentados, guerras o violencia.   Así lo quieran los hombres. Ellos lo pueden hacer, ellos lo pueden  conseguir, si  son mínimamente humanos.

En paz, con nuestras creencias,  seamos en este mes, uno más a sentir la belleza de Diciembre y la Navidad.

Porto 1 de Diciembre de 2013

Carminha Nieves