Estoy ahí
en cada rincón en que tu nombre vive
bajo el adoquín
de tu poesía dormida
tras la tapia insalvable del olvido.
Ungido por la noche
sorteo los abismos
y escudriño de luna tus anhelos
para sentir de nuevo la iridiscente luz
de tu mirada
y poblar con auroras al deseo
que se viste de tí
tras un salterio de dolor...
y de recuerdos.
Amanece al fin
y la alondra cómplice me vuelve
al callejón de tu cintura
y al júbilo inefable de tus muslos ausentes
y la estrella recóndita es un faro
que me habla de tí
con sombras y blasfemias.
Estoy ahí
para extirparle algarabías a la nostalgia
con el viento inalcanzable de tu voz...
pariendo versos.