Tristeza quieta alborotada de neuronas,
callada semidormida,
ronronea lo opaco de sus horas.
Tristeza quieta y disuelta,
en recuerdos y melancolía,
una melodia desierta,
cantada por una medio sonrisa.
Tristeza gris,
agobiada de preguntas,
tristeza gris,
agobiada de conjeturas.
Tristeza gris, no entristece por la duda,
sino por la respuestas que otros quieren imponer a su pregunta.
Yo no quiero un Dios que me diga que soy libre de actuar,
pero a la vuelta de la esquina todo lo que hago esta mal,
Quiero un Dios que me diga que soy eternamente libre,
y que vivir es mi meta, mi instante y mi verdad!