De su tierra que fluye mangos y plátanos
húmeda y fría expansión de vida
totalidad de alturas, fragmentos de aurora.
Elefantes blancos, abundancia que no discrimina,
gozo, magnos palacios, belleza, ilusión y sabiduría,
pobreza, ermitaños santos, ascetas amarillos
le rodean hasta seducirle y saciarle.
Una mañana heroica y definitiva, Gautama,
mira a un hombre anciano, lleno de días y años
y tu alma intacta siente una punzada
como los puñales que a veces da la vida,
y de pronto el trino de las aves enmudece
ante el ritmo propio de su claro pecho de zakia.
Al siguiente día la muerte se presenta
con un velo oscuro que cruza por la frente
como un rumor de moscas ante la hiriente fetidez
y su pensamiento se abre en luz ante el acertijo
que le imponen estos dos aciagos caminos.
En otra clara mañana sus pies de loto se encaminan
hacia un ser adolorido, enfermo, horizontal y aturdido
que le mira con ojos de vidrio, resoplos y quejidos
y Siddartha se siente enfermo, anciano y descompuesto
ante la cruel certeza que nos impone la vida.
Pasaron los años y nunca más el iniciado olvidó
a las tres maestras que cambiaron su vida de guerrero
y ante un frondoso árbol se sienta conmovido
mientras su corazón de cisne, manso y apacible
desechaba la violencia que la ilusión le muestra.
Y mira hacia adentro, respirando hondo
en busca del gen trascendente, el gen de Dios.
Halla la respuesta: todos somos mendigos
debemos buscar las respuestas, lo simple nos desata.
Vaciarnos para estar llenos, buscar el medio:
la proporción exacta, el promedio, ahí está el equilibrio.
El deseo ya no existe, la luz abrasa como llama que se apaga.
¿Es la muerte, la vejez, el ser y no ser falsas ilusiones?
La libertad es no tener miedo, respirar es vivir,
Solo vive feliz y es sabio el que ha desechado el miedo.
El sufrimiento existe, hay que buscar su raíz, mirarlo de frente,
como se debe mirar a un amado enemigo.
Solo sana el que reconoce su sufrimiento.
La nube no puede morir, solo se transforma en agua
la muerte es una continuación, no se aplica al hombre
tenemos el derecho de evadir el sufrimiento y la muerte
no dejemos de luchar, guerreros de luz,
para alcanzar el real sentido de la vida.