Allí estoy, me puedo ver.
Subiendo una escalera en espiral, persiguiendola.
¿Que haciamos aquí?
Su velocidad aumentó, y la mia también lo hizo. Me encontraba exausta, pero tenía que seguir.
¿Por qué ella corria?
Tristeza.
Me inundó, y llenó mi corazón.
Suspire... al menos ya no estoy vacia.
Llegamos a la cima y podía sentir sus ojos clavados en los mios, transmitían aceptación y emoción.
Una lágrima, dos lágrimas.
Sonrió y me susurró:
-Hasta acá llegamos. Tu aquí, yo allí. Hay un \"adiós\" para tu ser terrenal, y hoy te lo entrego, agradecida por todo y con respeto, desde mi ser interior, conectada con el exterior.
Misión cumplida.
Ya no existe motivo alguno para que siga en tu vida, las herramientas están dadas, también lo están las enseñanzas... Ya me voy, pero recuerda:
Te amo.
Te amo con el mismo amor que enlaza las almas, une los cuerpos, derriba oscuridad y siembra luminosidad.
El que habita en el Todo, y se exparse en cada uno de los seres.
No lo olvides... y así no te econtrara el rencór ni la ilusión, de esta situación.
Dio la vuelta, dándome la espalda, y sus pies empezaron a moverse lentamente hacia el vacio.
Cada paso lo daba más rápido, llegó a correr... Y saltó.
Salto al vacio no tan vacio, repleto de oscuridad, y un gran espiral. Negro, quizás. O algún color similar.
Representó su muerte.
Lloro, caen las lágrimas por mi rostro, y las gotas por la ventana.
Me encuentro perdida, no sé a dónde dirigirme.
Todos lloran, nadie comprende.
Hay un ser revoloteando por mi espalda, éste extiende sus alas, lo cual logró que quedara asombrada.
Es ella. Reencarnada en un hada. ¡¡Es un hada!!
Sonreí.
Vuelvo a llorar, ahora son lágrimas de felicidad.
Me acurruco en mi cama, con ella a mi lado. Contandome historias sobre el más allá inexplorado, caigo en el atrapante llamado del sueño. Y con sus delicados y pequeños brazos, me dá un caluroso abrazo, me besa la frente, y se va... Libremente, volando.
Sigo observandome...
Me desperte sin ella a mi lado. La busqué, pero no la encontré. Grite su nombre, una y otra vez. Nadie venia, nadie contestaba. Sentí como mi corazón fue apretado y de él salía ilusión en demasía.
Lloro, lloro, lloro... Ahora de tristeza.
Abrí los ojos.
Había sido sólo un sueño.
¿Había sido sólo un sueño?
Comprendí...
El mensaje era claro: lo olvide.
Y el rencor, la ilusión, y el dolor... me encontraron, y habitaron mi alma.