Donaciano Bueno

El viento está muerto

Los ojos se cierran, las luces que se apagan,

tras de los cristales de mis dos ventanas

diviso la lluvia, el cielo está en calma,

los miedos durmientes por la vega bajan.

 

En la ermita triste de los viejos sueños retumban los ayes en el campanario,

por una rendija rezuman plegarias frías y quejosas de un avemaria,

se escuchan las letras de ritmos sin alma todas una a una de un abecedario,

lamentos cansinos, aires apagados, susurros, silencios, oscurece el día.

 

Tiritan los chopos de mi inquieta mente,

las aguas tranquilas reposan dormidas,

todo está callado, el rio está inerte

salvo un renacuajo buscando comida.

 

Camino sin rumbo casi dormitando buscando fantasmas entre las tinieblas,

la fuente cercana de forma insistente canta, gota a gota, una melodía,

un manto sombrío se oculta silente, en nubes brumosas se esconde la niebla,

paisanos huraños que en la calle ocultan sus miedos tras de las esquinas.

 

Del santo sepulcro percibo el misterio,

un perro el ladrido convierte en lamento,

en la lontananza junto al cementerio

el aire está herido, el viento está muerto.