Desperté como nunca en la vida
Angustiado hasta el cenit de la sangre
Porque has despertado otra vez
Ansias locas de amar presumiendo
Que todo está cerca como alcanzando
El pedazo del encubierto cielo
Que habría en tus velados ojos.
¿Porqué quebrantas al perdido en el tiempo,
Al iluso y callado peregrino?
Al ver esa imagen del ángel lejano,
Mi aliento se enfrió en la boca
Y esa sonrisa me hizo prisionero
Haciéndome perder la batalla.
Me rendí al querer adivinar
El color de tus ojos, quizá sublimes.
Mi corazón paró un momento.
Estaba boquiabierto.
Es pecado mortal
El poder ocultar
La ventana del alma
Solo una sonrisa
A cambio de la moneda
De mis poemas;
Talvez son de cobres.
¡Mujer, soy tu prisionero!