Al principio buscaba la soledad,
el mundo me daba miedo y yo quería ser fuerte;
quería serlo, y esperé mucho tiempo...
Encontré esa soledad (no fue difícil)
y entonces no tuve que preocuparme de qué decía,
a quién lo decía, quién había...
Era Soledad, obviamente no había nadie.
No era feliz, pero tampoco me apasionaba el mundo,
éste estaba vacío, era frío y yo había de ser fuerte,
así que la seguí buscando...
Con el tiempo me di cuenta de que el vacío era yo,
el insulso era yo:
me dolía la gente,
me dolían las cosas...
Era yo el muerto y no el mundo;
era yo el que hería de muerte.
La soledad era yo, no esa gente;
el solitario, el raro, el triste era yo, no esa gente.
A Ella la hallé demasiado,
la encontré muy adentro,
demasiado tiempo...
Y ahora el que no interesa soy yo.