RICARDO ALVAREZ

1- VOS, TREMENDO SOLUDO - 2- DAME TU VOZ

1- VOS, TREMENDO SOLUDO

 

 

Una bestia indómita y vanidosa

tiene los ojos idolatrados del tótem dictatorial

en las uñas sangrantes de la mortandad.

Su hedor es una sombra

que se dibuja en el olfato...

No se endereza su mezquindad

ni se dobla su arrogancia

en el crisol de la pureza/

.

Bajo la alfombra su esposa mal amada,

tras las rejas su prole apaciguada,

recorre los flancos del cuerpo con las órbitas

desbordadas de sexo.

Nada dulce,

                                   carne en sus fauces,

todo rigor en la palabra/

 

Su continente de hoguera

quema el mínimo contenido

que esconde bajo los muebles.

Entonces el bruto tigre con paso de elefante

aplasta los compadres como ínfimas hormigas/

.Toma cien pastillas para el sueño y

cero jarabe para la inclemencia.

.

Vos, presumido imbécil...

Esconde las uñas negras

                                         de anegado alambique,

despertate en junio para la reunión

en tertulio con tus verdugos amigables y

armate un circo de bunker

porque el filo anda inestable

entre los fuegos de la calle

                                       que reclaman alpiste.

 

Vos, tremendo soludo,

andá cavándote la fosa

que nadie va a sostenerte el palinque

ni socavar

la pala al fondo hueco de las tinieblas,

sibarita del monumental y ajeno luto

te vas a derrumbar en filigranas panteónicas/

 

 

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2- DAME TU VOZ

 

Cubre mi silencio con tu voz.

Dame tu oído

que la garganta

se atraganto de penas.

mi boca tiene un temblor de gritos

y mis labios están poblados

de huecos vacios.

Dame tu voz de habla,

estoy atrapado en la bruma

del silencio, en la rebelión

del fonismo, en ondas de negro

follaje y precipicios de ingestión.

Las cuerdas se han roto

de acumular palabras

del ayer,

o de hace un tiempo que no recuerdo.

Las necesité y no estaban.

Ahora estoy huérfano,

hospedado en pleno silencio hago

intento vano,

mis sílabas se acaban.

 

Me tiendo a tu hospitalidad

con la gracia de tu amor.

Dame tu voz,

dame tu oído,

dame tu mano para asirla con

la mía delgada que

parece un algodón aplastado

por una tormenta copiosa

mojado de esquirlas/.

No me dejes este cráter

de sangre sin tiempo

que no late más allá de la trama

del ocaso.

Te amo aun en el vibrar del viento

con corazón de vela desplegado.

En esta espuma de materia

hay un fuerte palpitar con tu presencia.

 

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