Aarón Araiza

SUFRIMIENTO PORTEÑO

Fue joven, aquél viejo

que dejo de observar,

la vida por un espejo,

jamás volverá a llamar.

 

El canto de los ángeles,

en la mundana profecía,

de dos mundos reales,

en la ventana de la alevosía.

 

Tocará la puerta una vez,

dejara las joyas de su dulce alivio,

en las mañanas de vejez,

que acompañado ira con el rose del olivo.

 

Entre coronas,  fragancias y un dibujar,

el ultimo respiro de su juego,

música y tangos  que dejo de bailar,

en el velo de su fuego.

 

UN  AMICO