Naufrago como la tarde
con las azucenas del patio en duermevela
hurgándole un latido a la niebla de tu adiós.
Un cordel para atarle los tiempos a otra lluvia
aquella de tangos desvestidos
y pudores mojados en azul.
Muero náufrago de tí
en este de ja vú de otoño
y no me salva tu risa en el espejo
ni tu verso rúbrica
ni tu talle
ni el humor del orvallo mojando los jazmines
que exhudan las glorias del deseo.
Tan solo nos vivo en aquella llovizna tierna
con las manos llenas
de lenguas y de ocasos
dibujando de dos
las utópicas malvas
y los ávidos heliótropos
que fundían a la tarde en el mundo inverosímil...
de un poema de amor.