En esta historia breve
no hay triunfadores, ni hay carrera
no hay galardones, para quien no jugaba.
Ella ha corrido salvando su existencia, apenas.
Le entregó su único corazón que temblaba, a un pajarillo con frío,
para que este se calentara, y lo abrió revelando sin querer viejas heridas.
El pajarillo era el disfraz, que usaba el inventor y amo de un juego,
un príncipe de variados trajes, que atrapó su corazón para un experimento.
Lo examinó hasta conocer sus puntos débiles, luego lo abrió para vaciarlo.
Cuando se vio aburrido de este, agarró el bisturí y lo diseccionó.
¡Qué divertido era para el príncipe! ¡Tenía un corazón más para su colección!
Mientra ella callada se desangraba, en ira consigo misma, en rabia por el dolor.
Porque había esperado otra vida, para poder conocer el amor.
Se quedó el príncipe en su reino, con nuevas distracciones, siempre un día ameno,
pero furibundo porque ella agarró, el recipiente en que estaba su corazón.
Ya no vivía, estaba gris, pero era suyo, y eso él no lo entendía, le molestaba,
ver que estaba vacío el espacio que su despojo llenaba.
Príncipe extraño, no amó, no quería amar, como un niño sólo quería corretear y jugar,
aunque ya no es un niño, su actitud lo demostró. Qué puede incomodarle vivir
y dejarla vivir con lo que le queda, un contenedor de cristal y un corazón en formol.
Tiene él su reino, que sea feliz. Siempre está entretenido, claro que sí.
Un frasco más, un frasco menos, qué tanto puede ser eso.
Él tiene mucho a disposición, no le hace falta el corazón de ella.
- Mis Sentimientos