Hoy esperé como por última vez, ponerle fin a tu ausencia y caminé por una montaña roja acompañada del eterno recuerdo de tu violín al viento, dando tumbos entre los reprimidos y las libres ramas de la naturaleza roja por aquel atardecer, por aquella montaña.
Hoy te amé y camine contigo entre la gente bulliciosa, entre las palabras de lo que fuimos y jamás volveremos a ser.
Hoy te amé, así, desde mi sinceridad y mi enorme simpleza, desde la dulce idea de saber que seguiré esperando, a que como en esa última vez se me acabe tu ausencia.