Hoy me desperté con tu recuerdo en mis pupilas,
llegaste desde un lejano puerto entre los mares oníricos de mi mente,
pero te desvaneces poco a poco al recordarte distante, gélido,
al recordar que tus pasos y los míos no van más por la misma senda.
Fuiste la noche y las estrellas danzaron en tus ojos,
una danza hipnótica, cándida,
y caí hasta lo más profundo en aquel pozo,
fui prisionera por voluntad propia.............
y un día, así sin más, solo abriste la puerta y dejaste salir el ave,
aunque no quería marcharse.
Pero volé, volé hacia mi misma y me volví a encontrar,
te perdoné, me perdoné, y por eso,
hoy solo eres ya un intermitente visitante de aquellos mares remotos;
una estrella que titila a intervalos cada vez más espaciados.
Autor: Beatriz Contreras Encarnación