No debo quererte enredado en mis pestañas
Envuelto en mis besos
Desnudo en mi alma diciendo ‘te quiero”
Bañando de rocío mis mañanas.
-No debo quererte envuelto en mis sábanas
tocando mi piel con besos sagrados,
dejando en el aire el olor de tus besos,
amando desnudo tu cuerpo y mi cuerpo-
No debo quererte….
Ansiosa me quedo… llegaré mañana
te comeré a besos diciendo… ¡Te amo!
es tuyo mi cuerpo sediento de abrazos,
que muere por tus besos.
Vayamos montados en nubes de viento.
Dejando en la orilla los malos recuerdos
peleas, aruños, romances y besos
salgamos triunfantes de esos desencuentros
celosos peleamos amores de ayer.
Sin más que decir… ¡Vuélveme a querer!
Dejemos caminos y huellas andadas…
Para no perdernos y volver a encontrarnos
No debo quererte… Atada a mi muslo
debo enseñarte a amarme un segundo.
Dejaré volar mis sueños…
y sentiré tu calor en mis labios desnudos
y seré presa de tus brazos hambrientos
y dejaré sentencias y fieles de recuerdos
De tiempos vividos… Los tuyos y míos…
No debo quererte…. Enredado en mi piel…
ansiosa espero ese bello momento,
de quedarme en tu cuerpo, tengo hambre de ti…
No debo quererte… Y siempre espero ansiosa por ti…
(Un poema del baúl de los recuerdos)
Alicia Pérez Hernández
-No es la pluma la que escribe es el alma-
(Este poema es resitado por Tizzia Holwin)
Calla y escucha dulce ali
Calla y escucha mi voz: Alicia,
la voz acariciante,
la voz que aviva el querer que te envío
de mis labios, mi dulce Ali,
la voz que suspira ayes
de cálidos besos de amor-por ti-.
Calla y escucha el musitar
de palabras que calientan la ilusión,
echando la sedosidad
de ardimiento en aromas de flor.
Calla y escucha los decires enmelados
que resbalan la hondura
del torrente amoroso, que llevo a raudales,
vertido por el valle de tus montículos.
Calla y escucha los latidos
que ausentes te vivieron entre las rejas
del corazón. -Por ti dulce ali-
Calla y escucha, sentada bajo la enramada
del ruiseñor,
los ardores de mi pasión.
No debes quererme, pero me quieres, como yo a ti.
Calla y escucha, reclinada sobre el hombro,
cual flor tronchada y transida,
del labio el beso que me sale hecho fragua,
que te ofrezco encendido desde la distancia.
Esta distancia, nos ata a amarnos.
Calla y escucha el reír del río, unido
al calor ardiente del pecho enamorado,
que muere sintiendo el rico placer
en el regazo del fuego que siento por vos,
Alicia, flor de mi pasión...
-Siempre mía siempre tuyo ali-
(Salvador- desde Barcelona 14-12-2011)