Sentir,
como las palabras arden.
Sentirlas sangrar
sangrar en el silencio
y tan prófugas de los elementos.
Sentir,
como conversan los árboles
y caen,
las coronas de pie.
Como las azuladas
guirnaldas de semillas
a los planetas dan estética
y arte a los amantes.
Como los blanquecinos
botes sin muelle,
saltan hasta la tinta
virgen y atrapada
de la flor arrancada.