Smooth

Te doy mis versos.

Te doy mis versos
porque ellos nacen de tu cuerpo
de entre tu carne fresca y tu piel de nácar,
así como de tus ojos grandes
esos oscuros y misteriosos prismas de tu alma
y por tu sublime rostro
como esculpido con manos tercas, perfeccionistas
que pusieron exacta esa tu boca…
  tus labios fructuosos
con la savia requerida para mi boca.

 

Te doy mis versos de a poco
 y me voy despacio entre tu cuello
para hacer pausa en tu pecho
en ese par de abultados anhelos
como dos gotas renegadas que no ceden a caer.
Ahí contienes el remedio
para mis latidos lentos, perezosos;
ahí dilatas mis pupilas…
ahí mis ojos empiezan a creer.


Te doy mis versos de amor
para que bajen como la lluvia por tu cuerpo
y que se encharque sobre tu vientre
en ese estrecho campo de tierra fértil y bendecida
donde quiero dejar mi semilla
a que florezca como la flor de Lis,
aunque prefiero que hereda toda tu belleza
y de mí, solo las ganas de hacerte feliz.

 

Te doy mis versos nocturnos
porque en la noche antes de soñarte pienso en ti
en tus manos suaves y tus uñas largas
y en tus costumbres felinas sobre mi espalda,
pienso en tus piernas largas y lisas
y lo fuerte de tus muslos cuando me abrazan;
también en tus pies descalzos
con los que sueles caminar de mi brazo
erguida, sonriente
como sapiente de lo mucho que te amo.

Te doy mis versos completos
a diario, a cuenta gotas
como mejor los prefieras cariño
envueltos en tela, desnudos al aire.
Te doy mis versos porque en ellos estas presente
te pronuncian, con cada espacio de tu cuerpo
ya sea tu cadera, tu cintura, tu espalda…
tu lengua, tu cabello, tus manos…
verso tras verso hablare de ti.
Pero de tu entrepierna, no diré nada
porque solo tú sabes lo que ahí descubrí.